Inicialmente, el MDT consistía en un comité regulado que revisaba todos los nuevos casos de pacientes con cáncer y acordaba el plan terapéutico propuesto por los especialistas de oncología médica, radioterápica y cirugía, en función de su experiencia clínica y la evidencia disponible hasta la fecha. Cuando los miembros del MDT se dieron cuenta de que este enfoque estaba mejorando realmente la atención al paciente, se incluyeron en el MDT especialidades adicionales centradas en intervenciones de apoyo como enfermería, geriatría, nutrición, psicología, radiología, medicina nuclear, farmacia hospitalaria o cuidados paliativos (en casos terminales) y posteriormente, ante la llegada de las terapias biológicas/moleculares dirigidas, de especialistas en genética y biología molecular. La incorporación de estos profesionales aumentó la calidad de la atención del cáncer al prevenir y disminuir los efectos secundarios de las terapias, lo que a su vez mejoró la adherencia y el cumplimiento de los tratamientos por parte de los pacientes.2