A pesar de que no existe una definición universalmente aceptada sobre el concepto de bienestar en profesionales sanitarios, está claro que la salud mental es una dimensión relevante del mismo.1 El concepto de bienestar no solo incluye condiciones que cumplen criterios específicos de trastornos mentales particulares, como trastorno de ansiedad o depresión, sino que también incluye otros conceptos como desgaste profesional (burnout), daño moral, estrés u otras condiciones que no cumplen estrictamente los criterios establecidos para los diversos trastornos mentales.
Sin lugar a duda, la pandemia de COVID-19 ha sido un fenómeno global que ha tenido un impacto negativo en la salud mental de los profesionales sanitarios. Sin embargo, esta también impacta directamente a terceros, como familiares y pacientes.1
Los profesionales sanitarios están expuestos a múltiples factores que pueden afectar la salud mental, como grandes cargas de trabajo, tanto asistencial como administrativa, jornadas prolongadas, falta de sueño, falta de personal, conflicto en los equipos de trabajo, contacto constante con el sufrimiento de los pacientes, etc. Esto se manifiesta como trastornos del sueño, depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, entre otros, lo que se asocia a disminución en la calidad y seguridad del cuidado de los pacientes. (Havaei, Søvold)