Dos técnicas funcionaron de forma similar a la hora de ‘’feminizar’’ los riñones:1
- Castración pre-purbertad
- Eliminación de los receptores de andrógenos.
Igualmente, una restricción calórica durante 3 meses, una forma indirecta de reducir la testosterona produjo un efecto similar. De hecho, la restricción calórica ya ha demostrado mitigar ciertos tipos de lesión renal en ratones.1
Asimismo, experimentos en animales han demostrado repetidamente que la testosterona daña la función renal, y experimentos in vitro han mostrado que la testosterona inducía la muerte de las células epiteliales tubulares renales de forma dosis-dependiente.4
En consecuencia, la castración en los varones aumenta el aclaramiento renal, disminuye la proteinuria y protege contra la lesión glomerular.4
En humanos se ha observado que la testosterona predicha genéticamente se asocia con una ERC y función renal desfavorables en los hombres, mientras que la función renal no se vio afectada por los niveles séricos de testosterona, lo que podría contribuir a la disparidad de sexo en la ERC.4