Para casi todos los tumores, las posibilidades de supervivencia aumentan notablemente si la enfermedad se detecta, diagnostica y trata en una etapa temprana. Desafortunadamente muchos tipos de cáncer se detectan en una etapa avanzada, cuando las opciones de tratamiento son limitadas y el pronóstico es malo. Ser capaz de detectar el cáncer de forma temprana puede mejorar sustancialmente la supervivencia, aunque este enfoque conlleva desafíos, incluida la posibilidad de un sobrediagnóstico y un sobretratamiento, lo que puede ser contraproducente en las personas en las que no se ha desarrollado una malignidad manifiesta.1
La detección temprana tiene como objetivo identificar el tumor o la lesión pretumoral lo antes posible para que la intervención pueda ser efectiva, mejorando la supervivencia o reduciendo la morbilidad. El diagnóstico precoz del tumor puede tener lugar en varias ventanas temporales a lo largo del proceso de transformación de la célula normal en la cancerígena; estamos hablando de no sólo detectar el cáncer en sí, sino también los cambios precursores. Los cribados en los que se evalúa de manera proactiva a personas asintomáticas son un buen ejemplo de la identificación precoz del tumor. Muchos de los principios en los que se basa el diagnóstico precoz del cáncer son usados en otras etapas del tratamiento oncológico, por ejemplo, para la detección de la enfermedad residual mínima o las recaídas.1
Las investigaciones y los avances en la detección temprana del cáncer han logrado grandes beneficios en aquellos tumores en los que ya se ha implantado. Es el caso de los programas de cribado en tumores como el de cuello uterino, mama o colorrectal. En estos tipos tumorales se está consiguiendo que cada vez sean menos los pacientes diagnosticados en fases avanzadas en comparación con aquellos tumores que carecen de estos programas, como los de esófago, páncreas y ovario, en los que el diagnóstico más habitual tiene lugar cuando el tumor ya está bastante avanzado y el pronóstico es muy pobre.2
El diagnóstico precoz del cáncer afronta una serie de desafíos que podemos agrupar en cinco categorías:1,3